domingo, 12 de mayo de 2013

... A veces no se trata solamente de "no estar sólo"


A un psiquiatra se le preguntó que creía que era el problema más grave de sus pacientes. De inmediato contestó el doctor sencillamente: La soledad.
La soledad es uno de los problemas más grandes de nuestra sociedad. El científico más famoso del mundo, Albert Einstein una vez escribió: "Me es muy extraño ser conocido por todo el mundo y al mismo tiempo sentirme tan solo."
Estar solo significa no tener a nadie con quien compartir, pero el sentirse solo también depende de cómo nos sentimos con quienes tenemos cerca. Podemos estar rodeados de mucha gente, pero sentirnos solos.
Si es así, algo falla en nuestra comunicación con los otros.
La soledad, cuando no es deseada, provoca un profundo sentimiento de tristeza, es como si a nadie le importase lo que nos pasa. Nos podemos llegar a sentir abandonados o inútiles.
Psicológicamente se entiende como la ausencia, real o percibida, de relaciones sociales satisfactorias.
El psicólogo Weiss propuso una tipología para la soledad.
Planteó que existen dos tipos distintos de soledad, la Emocional y la Social.
La primera consiste en la falta de una relación intensa o relativamente perdurable con otra persona, como sucede con individuos recientemente divorciados o personas viudas, maltratadas o rechazadas. Estas relaciones pueden ser de carácter romántico o relaciones personales que generen sentimientos de afecto y seguridad.
El psicólogo Craig Ellison agrega la Soledad Existencial, que se refiere al sentido de aislamiento que se produce cuando una persona está apartada de Dios y siente que la vida no tiene significado o propósito.
La Soledad Temporal, que incluye un estado de ánimo breve y ocasional de soledad, por ejemplo después del trabajo, o durante los fines de semana.
En este mundo en el que vivimos, todos corremos desesperadamente detrás de todo aquello que nos haga estar bien materialmente. También sentimentalmente, pero lo material predomina ante todo.
Por ello, muchas veces olvidamos dedicarnos tiempo a nosotros mismos, o nuestras responsabilidades son tan grandes que no nos queda tiempo para disfrutar de nuestra persona.

Yo, en lo personal, siempre le he dedicado mi tiempo al trabajo, a mi familia, a mis amigos, pero pocas veces tengo tiempo para dedicármelo a mí mismo. La soledad, dentro de ciertos límites, es buena. Cuando rebasa esos límites se convierte en un enemigo de nosotros mismos.

Anónimo.-

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